martes, 15 de abril de 2008

Los "ecocuras"

De todos es sabido que la ecología es la ciencia que estudia la relación de los seres vivos con su ambiente y entre ellos; quizá algunos menos sepan que la persona que estudia ecología es el ecólogo, que no el ecologista.

El ecologista es el seguidor de una doctrina que -tal como se está planteando- pone a la naturaleza por encima del ser humano, y para cuyo sacerdocio muchos de sus acólitos no hace falta que estudien. “Lo que es bueno para la humanidad es malo para la naturaleza” y punto.

Sin embargo, gracias a la señora Narbona (que ojala obtenga en su retiro la misma paz que nos dio en su mandato) el ecologismo militante llegó a convertirse para muchos en una profesión. Solo hay que comprobar el dinero que ha salido del MMA para ONGS de variado pelaje que se han dedicado desde aterrorizar a los ciudadanos con el CO2, a llevarse una buena pasta con estudios que sobre el mejillón cebra hace años se habían realizado en Alemania y desechado porque el remedio suele ser peor que la enfermedad. Torpedean la Expo mientras chupan del bote (del “botijo” en este caso) o destruyen azudes varias veces centenarios y completamente integrados en el paisaje aduciendo sandeces acerca del flujo de los ríos o recibiendo dinero por conferencias que vaya usted a saber donde y a quienes se han dado.

Bastante hemos tenido con soportar a los curas erigiéndose en intermediarios entre Dios y los hombres. Ya no cuelan aquellos sermones acojonándonos con las penas del infierno si no éramos como ellos y cumplíamos los mandamientos.

Solo faltaba que ahora los sustituyamos por indocumentados cuyo único mensaje es que iremos al infierno del cambio climático si no nos hacemos como ellos, dejamos nuestros 4x4, nuestros aires acondicionados y calefacciones para regresar a un idílico siglo XVII de “ecocuras” viviendo como obispos.

Espero que el nuevo ministerio ponga las cosas en su sitio y saque del pesebre a tanto aprovechado

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