jueves, 27 de octubre de 2011

Naderías

Con noticias como esta, se puede sopesar la estupidez del ser humano. Somos 7.000 millones de habitantes, con riesgo de duplicar la población para el 2050 y seguimos con tonterías de sostenibilidad, de ahorro de CO2 y nimiedades semejantes.

Tenemos un cáncer que nos corroe y nos preocupamos por una verruga. Hablamos de obesidad y de hambre, de energías limpias y de quemar boñigas de vaca para hacer la comida, de turismo de lujo y pateras, de palacios y refugiados.

Cualquier especie animal se autorregula cuando no hay posibilidades de sobrevivir, en tanto que nosotros lo hacemos al revés, y eso tiene consecuencias. Pero también tiene un culpable: las religiones.

Mientras el mundo (y el tercero especialmente) no se vuelva ateo -o al menos tan cínico como suelen serlo los cristianos- la espada de Damocles estará más cerca de rebanarnos la cabeza. Y sinceramente no lo sentiré. La única opción indolora, o al menos más rápida es un fin del mundo global, que acabe con ricos y pobres, gordos y flacos, altos y bajos…

Lo que vemos es un lento fin del mundo autodevorado, donde unos se preocupan por algo que llevarse a la boca y otros por estupideces. Mientras el cáncer mortal avanza y nos come por dentro, hay quien se preocupa por una arruguita en la comisura de los labios.

Acabaremos con la tierra cuando acabemos con sus recursos, pero no hay de qué preocuparse. Nuestros parados serán los más sostenibles del mundo, y nuestros hambrientos nos cocinarán con biomasa, si es que para entonces queda algo que pueda arder.


viernes, 21 de octubre de 2011

LOS ÚLTIMOS GUDARIS

ETA no ha terminado de matar. Para que ETA desaparezca de verdad aún hará falta -como poco- otra media docena de muertos, muertos que esta vez no deberíamos poner los “españoles”, sino los mismos etarras.

Al igual que pasó tras la transición, cuando una parte de ETA se disolvió y otra siguió su estrategia de muerte y culto a la violencia racista y nazi disfrazada de comunismo, ahora tampoco todos dejarán las armas.

Algunos psicópatas criados en el fanatismo de las ikastolas financiadas con dinero público, crecidos al calor de los autobuses y cajeros incendiados y con el perfume de la pólvora metido en lo más hondo de sus malditas entrañas, no van a abandonar.

Aún nos queda ver algún atentado más, quizá más cruel, sangunario e indiscriminado que los anteriores para demostrar que las esencias más profunda de su maldita y fascista imagen de la “patria vasca” siguen vivas en su alterado cerebro.

La duda será si dirigen su ciego y absurdo odio hacia los españoles o más bien hacia los que ellos considerarán traidores. La segunda y última parte está clara, ETA reservará sus últimos parabellum para liquidar a esos últimos “gudaris” que más que fanatizados están realmente locos y ciegos de odio racista.

Estos últimos idiotas dispuestos de morir por unos estúpidas ideas tribales, que al margen de su absurdez son una causa perdida en un mundo globalizado, se sumarán a otros locos sanguinarios que han asolado el mundo dejando tras de si ríos de sangre sin obtener otra cosa más que pasar a la historia por sus malas entrañas y convirtiendo su nombre en maldito y causa de vergüenza para sus descendientes honestos.