miércoles, 12 de diciembre de 2007

GRAN SCALA

Gran Scala tiene facetas positivas y negativas, pero, en definitiva, lo menos preocupante es el aspecto medioambiental. Incluso, me atrevo a recordar, que los mismos que han callado como muertos cuando el AVE ha pasado por la zona, son ahora los que más se quejan, quizá porque el AVE pagó sustanciosas sumas a determinadas organizaciones, o quizá porque no conviene meterse con las comunicaciones de Barcelona y Madrid. Sin embargo, también reitero que el impacto visual, la extensión territorial, de efecto barrera y de ocupación de terrenos ha sido mayor en el AVE que este proyecto.

Sin embargo, no puedo decir lo mismo del impacto social. Imaginad que el novísimo aeropuerto de Huesca, que ahora es noticia en la prensa local el día en que aterrizan dos aviones, y con este proyecto realizado pasaría a tener más de cien vuelos diarios, casi los mismos que los ahora infrautilizados de Lérida o Zaragoza. Y que por la zona pasarían la mitad de los turistas que recibe España al año (unos 20 millones). Esto representa un tremendo impacto social que ahora resulta difícil de medir, pero no hemos de olvidar que estamos inmersos en una sociedad que mide el progreso en renta per cápita y que vota en casi un 90 % a partidos de derecha o socialdemócratas, por lo tanto las reglas del juego son las que son, y son para todos y en todo tiempo.

Pese a todo, queda un 99,3 % de los Monegros en los que seguirá haciendo un viento y un sol de justicia; donde seguirá lloviendo menos de 300 mm al año, donde puedes podremos seguir viendo horizontes deforestados y pasar semanas enteras sin ver un alma. los enamorados de los Monegros sabemos que será un lunar o hasta un cáncer si se quiere así, un cáncer que probablemente sea más benigno en la estepa monegrina que en la sociedad aragonesa.

Por supuesto que no cabe duda alguna del impacto social que supone el que pasen por tu puerta 20 millones de personas. Da igual que sean peregrinos religiosos, “ludópatas” jovencitos o familias con niños (de ahí los parques temáticos) que gastan de media en juego cien dólares en su estancia. Comparemos a estos turistas de parque temático y tragaperras con los más de cuarenta millones que vienen a tostarse al sol, que apenas salen del hotel y donde muchos se emborrachan frecuentemente. Elegid vosotros mismos el turista que mejor nos conviene.