martes, 15 de enero de 2008

Sitios y sitiadores

Cada vez que oigo hablar del “Glorioso Sitio” y demás frases hechas, simplemente se me revuelven las tripas. Este lenguaje belicista trasnochado lleva siglos atormentando a la humanidad. Las ciudades no sólo son sitiadas por el enemigo de extramuros, sino que sus ciudadanos son rehenes de los sitiados y obligados a morir con ellos cuando no empleados como escudos humanos ¿O es que creéis que los francotiradores de Sarajevo solo disparaban de fuera a dentro? Centenares de los masacrados por los francotiradores fueron vecinos que intentaban huir y fueron cazados por traidores. Numancia, Sagunto, Zaragoza… mártires de sus hijos y víctimas de su orgullo, pero… ¿para qué?

Esa gloria de los sitiados, el “vivan las cadenas” o “viva la muerte” huelen a rancio, a muerte y a fascismo. El holocausto zaragozano no sirvió para nada en la guerra, son partidas de ajedrez en las que dos poderosos contendientes derriban torres y caballos, protegen a sus reinas y alfiles y sacrifican miles de peones. La diferencia es que las torres son de verdad y los peones tienen familia, nombres y apellidos. Sin embargo el resultado final es el mismo: los jugadores buscan otros nuevos peones, con los que levantar torres y mantener caballos, alfiles y reyes que serán sacrificados de nuevo cuando les llegue su turno.

No hace falta ser antimilitarista para abominar de estas efemérides. No más 18 de julio, cinco de marzo y Sitios en los que perdimos la que quizá fuese la ciudad más bonita de España y a buena parte de sus pobladores.