martes, 19 de abril de 2011

Me preguntaban no hace mucho por mi inquina hacia los políticos, y es que he de reconocer que los aborrezco profundamente, pero no a todos por igual.

Los políticos de a pie, los que se curran el día a día en un ayuntamiento pequeño, del que no reciben más que sinsabores y malos rollos gozan de todo mi apoyo y reconocimiento, algo que no puedo hacer extensivo a tanto cabroncete profesional como llena los despachos de políticos profesionales o sus esbirros colocados por el artículo 33. No puedo por menos que aborrecer a estos apuñaladores de amigos y enemigos, lameculos de los de arriba y tiranos con los de abajo, corruptos de medio pelo o lo que se les llama en Aragón con una contundente palabra: "triperos".

En tercer lugar están los políticos con pedigree, los "padres de la patria", senadores, diputados, ministros y demás altos cargos, de los que algunos pocos se salvan, pero a los que se podría aplicar lo que en 1209 hizo Arnaud Amaury para separar a los cristianos y los cátaros de la ciudad de Beziers: "Matadlos a todos, que Dios reconocerá a los suyos", que este caso sería: "Echad a la puta calle a todos porque para unos pocos decentes no vamos a perder el tiempo; ya sabían con quien se metían".

Y es que esta gente:

1.Son los lacayos de los poderosos y están a su servicio.
2.Son a los únicos que podemos poner y quitar.
3.Para echar a los botines, aliertas, amancios y demás millonarios hay que tener las suficientes acciones.

Salvo ser tan rico como ellos para poder echarlos, únicamente se me ocurren cosas tipificadas como delito, cuando no directamente de terrorismo a secas, puesto que si no tenemos suficientes acciones de sus empresas solamente se les puede echar por la fuerza, y -de momento- aún pueden aguantar un poco.

Digo de momento porque hablo por mí y quizá por muchos de esos borregos a los que preocupa más el resultado de los Madrid-Barça que los despidos de Telefónica.

Hay pocas cosas más salvajes y violentas que la ira de un pueblo, y a salvajes creo que nos gana nadie. No seríamos capaces de organizar un exterminio masivo y organizado como los nazis, pero en la posguerra pudimos comprobar la cantidad de hijoputas que los únicos tiros los dieron a gente maniatada.

Los empresarios españoles no son como los alemanes. Los modestos sobreviven viviendo al día o con pólizas de crédito cada vez más difíciles de conseguir, los medianos lo hacen despidiendo gente y reduciendo beneficios hasta que finalmente vaya todo al carajo, y muchos de los verdaderamente grandes se están haciendo acreedores a lo que merecen por hijos de puta. Aprovechan su poder para manejar políticos y gobiernos a su albedrío a la vez que despiden trabajadores para ganar más. Esta es una de las consecuencias del desmantelamiento de la conciencia española por la taifal, solamente son patriotas cuatro exaltados nacionalistas que tampoco hacen patria para que no nos beficiemos los "putos españoles" como gustan de llamarnos.

Pero lo peor son los financieros. Aquellos que solamente mueven dinero sin crear riqueza más que para ellos, los que especulan con alimentos y provocan espectaculares hambrunas con tal de ganar más. En definitiva, son los que empobrecen países y familias para ganar un dinero que en toda su puta existencia podrán gastar, aunque vivan dos siglos.

Finalmente quiero expresar mi convencimiento de que hay algunas personas y hasta familias completas a quienes se debería cambiar por plomo sus reservas de oro, y cada uno que lo interprete como quiera.

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