jueves, 27 de noviembre de 2008

La Resaca (1 de 2)

Lo de Zaragoza no es solo crisis económica, es crisis de confianza y de ilusiones. Diría que es como una resaca de campeonato, sumada a la gripe.

La resaca de la Expo nos ha traído a la realidad, en que tras una juerga donde el alcohol (dinero del estado) nos ha hecho creernos guapos, simpáticos y hasta inteligentes. Pero en la resaca vemos que seguimos siendo sosos y mediocres. La gripe ya se incubaba desde antes de la borrachera Expo, pero el alcohol la mantuvo a raya hasta que -pasados sus efectos- los virus de la crisis han atacado sin piedad a la maltrecha y arrogante Zaragoza.

Además, al final se ha sumado a los males una diarrea en forma de mesas y sillas de diseño que complica aún más la situación.

Pasó la época de “el mejor que haiga”, de modificar un puente para que pasen unos barcos metidos con calzador en nuestro río por capricho de algún o algunos palurdos que no han pasado de Salou, pero se han creído los reyes de los mares porque habían visto Titanic un par de veces.

Pasaron los tiempos de puentes absurdos y caprichosos, de torres del agua y norias elegidas con Dios sabe que criterios, pero compitiendo con el futuro Pablo Serrano para albergar arte que -en general- suele mover más a la risa que al disfrute de los ciudadanos medios. Tres museos de arte moderno en una comunidad donde aún no hay ni un solo centro dedicado a la ciencia, y donde nuestro patrimonio industrial acaba en la escombrera, la chatarra o -en el mejor de los casos- en el catalán museo de la Técnica de Tarrasa.

Ha pasado la gran juerga Expo sin que se haya notado fuera de Zaragoza. Los tan cacareados “Planes de Acompañamiento” duermen el sueño de los justos y en definitiva han sido como las sobras que se guardan para los perros tras el atracón Expo.

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