Evidentemente esta tierra es Aragón, y pocas de las cosas que se hacen llegan a materializarse como es debido, puesto que siempre se fastidian por diversas causas, pero muy especialmente por la escasísima calidad de la materia gris de nuestros gobernantes y muy especialmente de los indocumentados de sus asesores.
La estación del AVE será un monumento a la falta de visión y a la fanfarronería provinciana, puesto que cualquiera con tan sólo un poquito de inteligencia habría previsto que acabaríamos como esa aldea abandonada y perdida en los Monegros pero a un paso de la autopista. Madrid y Barcelona acabarán quedándose aún más con el AVE, que tan sólo parará cuando queden plazas libres y eso en la estación de Plaza. Delicias quedará para las raquíticas cercanías y para tres o cuatro AVE en cada sentido.
Del túnel de la A-68 sobran comentarios, al igual que de un tranvía que no soluciona ni mejora en nada la movilidad, sino al contrario.
El espejismo de la EXPO pasó como por Zaragoza como la troupe del cine por esas aldeas perdidas donde durante unas semanas se llenan de actores famosos y gentes guapas, muy viajadas y modernas, pero un mes después vuelve a ser la aldeucha que era, pero encima saben que hay otra vida y otro mundo y que lo que aquí disfrutamos una vez cada siglo, en Berlín lo tienen cada verano.
El agua se dejó para quienes sólo sabían de ecomárketing y así nos fue. La Carta del Agua se diluyó como un azucarillo en una piscina por la incompetencia de unos pocos; el agua de Aragón fue un fugaz documental que igual podría haberse rodado en Albacete- por ejemplo- y lo que fue la Década del Agua (recordemos que sería la avanzadilla para la futura Agencia del Agua de las Naciones Unidas con sede en Zaragoza) se ha quedado en un gabinete de prensa más.
Somos la eterna Villa del Río por la que pasan innumerables caravanas de prosperidad, gloria y modernidad pero todas siguen por las rondas rumbo a Madrid o Barcelona porque aquí nadie se molesta en señalar el camino por estar ocupados en el ágape que ofrecerán a los visitantes.
La Década del Agua se ha quedado en una oficina de bajísimo nivel que explicará obviedades a periodistas. Poca credibilidad ofrece un gabinete que comienza mezclando churras con merinas al unir el agua con el cambio climático.
Señora Maestu, la gente no muere de sed, muere de diarrea, y lo hace casi igual con 20 o con 40 grados. Si quiere ayudar déjese de monsergas y eduque.
Por si no lo sabe, un litro de lejía es más barato y más útil que un camión de agua y mientras usted, los políticos y los periodistas no asuman esto y hagan que otros lo sepan, puede cambiar la Década a la costa y así por lo menos podrá tomar el sol. Total un Mr Marshall menos ni lo notaremos, especialmente cuando el equipo con el que cuenta es más escaso que el de un restaurante de barrio.
martes, 22 de septiembre de 2009
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2 comentarios:
Que se puede decir de un economista hablando de agua? esta ya no es una oficina de la década del agua, es una oficina de las amigas de Narbona que no saben de agua.
Que que pueden decirles a los que saben de agua en el mundo?? nada, esta oficia es la década de nada.
Un parado menos en España!
Su artículo tiene ritmo, buena percusión, y una buena selección de las actuaciones cimeras de la incompetencia nacional -esta vez, aragonesa- cuando se junta con la cara dura.
Mis felicitaciones
Saludos cordiales
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