Estas expos florales son una magnífica oportunidad para devolver a los ciudadanos espacios degradados como fue el solar de la Tudor o la Química, o como son estaciones ferroviarias en desuso, barrios degradados, etc.
Son realmente útiles cuando se hacen con inteligencia y humildad, no con prepotencia y egocentrismo. Por ello, y con la perspectiva que da la pasada Expo, creo que hubiera sido mucho mejor que para ver la Expo de 2008 nos hubiéramos ido a Trieste o Tesalónica y haber hecho aquí esta más modesta expo hortícola para aprender y para no desilusionar cuando se hubera hecho otra más adelante.
Señores Belloch y Blasco, los ciudadanos hemos perdido la inocencia con esta feria de vanidades que nos prepararon, y más valía que fueran pensando en el porqué quedaron en los cajones ese casi millón de entradas que muchos compramos para amigos pero al final decidimos que era mejor tomar unas cervezas y unas tapas, antes que ver una feria para escolares envuelta en edificios millonarios y tan vacuos como ostentosos y paletos en muchos casos.
Veremos si consiguen engañar de nuevo a los ciudadanos de buena voluntad que trabajaron gratis una semana viendo como los pases gratuitos llegaban a ser escandalosos y a ellos les daban uno de tres días en lugar de un pase de temporada, aunque hubiera sido nocturno.
Habría estado bien hacer examen de conciencia, felicitarse por los logros y pedir perdón por los errores, pero creo que estos señores desconocen el significado de lo segundo.
Es triste, pero a la alegría por tener un evento como ese, se superpone el recuerdo de los pases VIPS a los amiguetes, las largas colas para ver gilipolleces y una expo cuyo legado iba a ser la “Carta del Agua” dilapidada por la arrogancia y la falta de espíritu crítico.
Lo siento, pero no me pidan entusiasmo al menos hasta el año que viene; aún tengo el sabor amargo de vuestra agua sostenible del verano.
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