Somos idiotas sin remedio, mejor dicho, somos idiotas por elegir a quien elegimos, pero es que hay tan poco donde escoger.
Somos más papistas que el Papa, pero por otra parte se nos ve el plumero que demuestra que somos pura fachada.
Los adalides de la igualdad, la democracia participativa, la paridad…. resulta que tenemos un terrible punto débil. Me explico.
Si digo que una mujer se perece una bofetada, puedo ser procesado por machismo, apología de la violencia, etc. Aunque la mujer en cuestión sea una machorra batasuna de las que gritan “ETA mátalos”.
Si digo que los gitanos me revientan por su machismo y que muchos de sus “valores culturales” son verdaderamente repugnantes, puedo ser procesado por racismo. Lo mismo si desprecio a los negros, chinos o sudamericanos.
Sin embargo, puedo decir que los andaluces son vagos, los extremeños sinvergüenzas que viven de los pobres catalanes, que los vascos son de una raza distinta o superior, dedicar calles o parques a fanáticos asesinos o tener calles en memoria de un nazi como sabino Arana.
Si no acabamos a tiros en una o dos décadas es porque los ciudadanos somos más inteligentes que nuestros políticos, pero todo puede cambiar. La serpiente ha puesto sus huevos entre nosotros y de cuando en cuando aparece algún retoño buscando su encumbramiento sembrando cizaña sin que le pase nada salvo subir un peldaño en su partido y un par de notas indignadas en la prensa.
Los medios de comunicación en general, con la inestimable ayuda de nuestros políticos, han conseguido que ser español se considere sinónimo de fascista, lo mismo que una izquierda desorientada que pretende creer que nacionalismo es progresismo, democracia y libertad.
Luego, cuando nos peguen dos tiros en una cuneta "por españoles" nos quejaremos, pero ya será tarde, demasiado tarde.
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