Hay quien
dice que solamente nos quejamos sin aportar soluciones, por eso os voy a contar la conversación que tenían dos ancianos.
Imaginaos que
llegáis a viejos y veis que al ritmo que sube está claro que no podéis pagar la factura eléctrica que los sinvergüenzas de políticos y
empresarios han subido hasta la ignominia, que tampoco podéis pagar las medicinas, y
que para comer debéis acudir a la caridad o a rebuscar en la basura. Si como ellos no tenéis
unos hijos a los que acudir, bien porque siguen en casa y tampoco cobran, o porque divorcios y malos rollos los han alejado, sus últimos años serán una pesadilla. Por eso
pensaban en una solución.
Decían que cuando la ancianidad nos alcance (si tenemos esa suerte) podremos tener calefacción
medicinas, comida, asistencia médica y farmacéutica, gimnasio y muchas cosas más
completamente gratis.
Un poco raro me parecía a mí, pero pronto me dieron la solución:
Un poco raro me parecía a mí, pero pronto me dieron la solución:
Se trataba de
comprar un buen hacha o martillo, navaja de siete muelles, botella de gasolina,
una buena hoz, o cualquier otro objeto contundente con el que arrear a base de bien a
cualquier hijoputa de los que todos conocemos. De esos que se enriquecen con nuestro sufrimiento y quienes engorda el hambre de los demás.
No haría falta matarlos, argumentaban, pero era fundamental dejarlos jodidos. Porque la gracia es que tras ello se debe ir a la cárcel. Este es un castigo duro cuando se está bien de salud y de cartera, pero no cabe la menor duda de que para muchos es mil veces mejor que dormir en la calle comiendo basura o mendigando.
Pero no sólo eso. Decían que con darse una vuelta por cualquier residencia de ancianos puede comprobarse que son peores que el trullo.
De lo que no cabe duda es que de la residencia no se sale vivo, pero quizá si de la cárcel. Por otro lado, las las visitas de los familiares son parecidas, pero con la gran diferencia de que en una prisión nunca estarás solo.
No haría falta matarlos, argumentaban, pero era fundamental dejarlos jodidos. Porque la gracia es que tras ello se debe ir a la cárcel. Este es un castigo duro cuando se está bien de salud y de cartera, pero no cabe la menor duda de que para muchos es mil veces mejor que dormir en la calle comiendo basura o mendigando.
Pero no sólo eso. Decían que con darse una vuelta por cualquier residencia de ancianos puede comprobarse que son peores que el trullo.
De lo que no cabe duda es que de la residencia no se sale vivo, pero quizá si de la cárcel. Por otro lado, las las visitas de los familiares son parecidas, pero con la gran diferencia de que en una prisión nunca estarás solo.
¿Será posible que tengan razón y el futuro
de los pobres sea la cárcel en todos los casos?